Apretujas las horas
unas contra otras
como si fuera posible
comprimir el tiempo
y luego vas corriendo de un lado a otro
pensando que no llegas
que no llegas
que no llegas
como el conejo de Alicia
pero sin el reloj en la mano.

Y cuando corres
ya no me miras.

Estrujas mis manos
con fuerza
como si pudieras
atrapar el momento
pero el momento huye
y desaparece tras las cortinas
y ni siquiera te deja perseguirlo.

Y cuando suspiras
ya no me miras.

© Lorenzo Salas

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