La sombra que obstinada
me persigue como si no supiera
que nunca va a alcanzarme
me mira con deseo
y rencor contenido
desde su negro agujero
por el que transitan
las almas que se perdieron
en medio de la multitud
y los cuerpos que las van buscando
ausentes, desorientados
y perplejos.
La vieja sombra
que no me habla
porque ya me lo ha dicho todo
se sonríe ladinamente
seguramente pensando
que aunque yo quiera
no puedo
separarme de ella.
©
Lorenzo
Salas
precioso.
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